6 May 2015

Doña Caraculez y el Cónsul



Hace poco más de dos semanas, acudí al consulado español de Lyon para hacer el pasaporte de mi hijo de apenas dos meses. Planeábamos un viaje para presentarlo a la familia y necesitábamos ese documento para viajar.

El primer obstáculo encontrado lo presenta la señora que tramita el pasaporte. Como no sé cómo se llama, a partir de ahora la llamaré Doña Caraculez. Doña Caraculez no solo lleva su nombre con orgullo, además trata a las personas que por ahí pasan con extremado desdén desde el primer segundo. Ni siquiera le da tiempo a uno a ser simpático ni antipático porque doña Caraculez ya ha iniciado su despliegue de medios maltratando a la persona que tiene enfrente y que se ha atrevido a interrumpir su jornada. El teléfono suena de fondo sin cesar, pero Doña Caraculez no tiene tiempo de responder. Está demasiado ocupada lanzándome los papeles que tengo que rellenar a la cara, respondiendo a mis preguntas con monosílabos y demostrándome con su actitud cuan inepta debo ser para hacerle tales preguntas. Una vez rellenados los papeles, uno pregunta con miedo...

Yo - Cuanto tiempo tardará el pasaporte?
Doña Caraculez - 3 semanas
Yo - Hay alguna manera de acelerar el proceso?
DCC - No
Yo - Necesito coger unos billetes de avión. A partir de qué día tendré seguro el pasaporte para poder hacer la reserva?
DCC - 29 de abril

Nota mental: Decirle al venir a recoger el pasaporte a Doña Caraculez que nadie le pide que tenga educación, (a la vista está que hay cosas que no están al alcance de todos), solo que finja tenerla.


Salgo del consulado y hago mi reserva con 2 días de margen. La familia feliz por conocer al nuevo miembro, nosotros felices del reencuentro. Lo que es el pan de cada día de los que vivimos lejos.

Pasan los días, llega el 29 de abril, día señalado con una cruz en nuestro calendario. Día en el que Doña Caraculez nos ha dicho que el pasaporte estaría listo a más tardar. Decidimos ir el 30 de abril para dar un poco más de margen pero... El pasaporte no está listo. Doña Caraculez nos había informado mal entre monosílabo y monosílabo mientras nos daba la espalda. Su compañero de faena está sorprendido (desde aquí un ole ole y ole por trabajar a diario a su lado).

Avisa al cónsul para que nos hagan un pasaporte de urgencia puesto que nuestro vuelo sale al día siguiente y he ahí que a veces los equipos son el reflejo del que los dirige.

Segundo obstáculo: El señor cónsul no quiere ayudarnos. Poco le importa que su empleada nos haya dado una información incorrecta.

- Deberían haber venido a hacerlo antes
Nota mental: Sí señor cónsul, tenemos dos bebés de 19 y 2 meses. Somos unos vagos por no haber venido 5 minutos después de haber dado a luz. Además el alto grado de informatización de los procesos en el consulado y los amplios horarios de apertura al público están a nuestra disposición en caso de no estar en condiciones de desplazarnos.
- Los pasaportes se hacen en un plazo mínimo legal
Nota mental: Gracias señor cónsul. Me está usted diciendo que pudiendo evitarlo, aplica usted el párrafo Y de la ley X porque le sale de los Z, y este fin de semana unos abuelos no ven a sus nietos?
Para asegurarme de que no era yo la que perdía el Norte, decidí comprobar la definición de cónsul de la RAE: "Persona autorizada en una población de un Estado extranjero para proteger las personas e intereses de los individuos de la nación que lo nombra."

Señor cónsul, la falta de solidaridad que ha mostrado hoy me obligan a decir que no se merece el puesto que le ha sido confiado.


Este post no sería justo ni reflejo de la verdad si no hablase también de las otras maravillosas personas que forman parte del equipo del consulado. Empezando por cuando entras por la puerta, esa chica jovencita rubia que siempre nos recibe con una sonrisa. Y cuando no está ella, ese señor con acento andaluz que hace que me den ganas de sacar las castañuelas del bolso y ponerme a bailar. En la planta baja don Rubén, que siempre tiene un momento para echar de menos el sol y la paella con nosotros. Todo el equipo del Registro Civil, en especial doña Angeles, que tanto nos ayudó con nuestros papeles antes de casarnos, o doña Cristina en el servicio de Notaría que siempre es paciente y de buen consejo.

No es que yo tenga grandes pretensiones de blogger, pero ojalá que este post de la vuelta al mundo, que llegue a quien tenga la capacidad de hacer cambiar las cosas, y que teniéndola, las cambie. Y que a alguno se le caiga la cara al suelo de vergüenza...

Cuánto me entristece esta falta de solidaridad entre nosotros.